Del aeróbic al chato

Cada día del año la RAE selecciona una palabra bajo el título Palabra del día. Es lunes 21 de noviembre, casi por fin martes, y la palabra del día es aeróbic. Así que ponemos algo de música, controlamos el ritmo de nuestra respiración y sin acelerarnos demasiado (en la verborrea, se entiende, porque sentadas frente al ordenador son solo los dedos los que mantienen actividad) recordamos a nuestro amigo el inglés.

 

Nosotras le conocimos en nuestra infancia. En casa nos decían que era mejor llevarse bien con él, que mantuviéramos un estrecho contacto porque seguro que de mayores nos iba a venir muy bien esa relación. Y así hicimos. Tanto en el colegio como en el instituto la verdad es que fue un amable compañero que nos enseñó a emitir sonidos impensables con nuestras cuerdas vocales.

 

Pero crecimos y pese a que no cortamos nunca la relación, lo cierto es que empezó a volverse un poquito pesado y engreído. Vale que él siempre ha tenido más poderío económico, más medios y vías en las que destacar y ponerse por delante. Cierto que es rápido en hacerse con el cotarro y en marcar tendencia allá por donde pasa, pero ha llegado a un punto cargante y avasallador.

 

Y aunque estamos seguras de que seguiremos cultivando su amistad, también hemos sacado el hacha de guerra. No nos gusta que nos pisen el terreno. Así que nos da igual no ser nada trendies, no queremos que nos pidan el timing o schedule de la entrega del próximo trabajo, ya veremos qué hacemos con nuestros hedge funds (si es que algún día llegamos a tenerlos), queremos menos spots en la televisión para poder ver más films y a ver si las noticias dejan de ser tan estúpidas y se olvidan de los mannequin challenges. ¡Por favor!

 

Dicho esto, merecemos un trago y, aunque sea por lo bajini, hemos de reconocer que nos gusta más el whisky, con ese bello significado gaélico de ‘agua de vida’, que el castizo güisqui, así que no queda más remedio que pedir un chato.

 

 

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